Roberto Camps
Sabedor de que no puede ser reconvenido por la manifestación de sus ideas, el diputado federal de Morena, Rubén Cayetano, ejerce su derecho a la estridencia al promover juicio político en contra de 27 diputados de la 62 Legislatura de Guerrero.
En el lance, el legislador exhibe dolo o ignorancia, toda vez que tendría que acreditar en su denuncia, como lo establece la Constitución que los diputados locales incurrieron en “violaciones graves a esta Constitución y a las leyes federales que de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos y recursos federales”, (Artículo 110 Párrafo dos).
Sin ser experto en el tema, no encuentro que los diputados acusados encuadren dentro del catálogo de faltas administrativas graves previstas en los artículos 52 a 64 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas, y que el legislador federal debió consultar.
Por cuanto hace al manejo indebido de fondos y recursos federales, tampoco sería causal del pretendido juicio político.
Es difícil creer que exista desconocimiento de la ley del diputado Cayetano, se entiende son afanes protagónicos que le restan credibilidad.
Hay una gran diferencia entre ser protagónico y protagonista. O en otras palabras: la distancia entre lo sublime y lo ridículo, es muy corta.
Queda entonces la motivación política. Y lo que hemos atestiguado en todos estos meses, es una honda división y confrontación de los grupos de Morena en Guerrero. El golpeteo, las acusaciones, el desconocimiento mutuo han sido la constante.
Por otro lado, no hemos visto al diputado Rubén Cayetano (como representante popular), alzar la voz ante la anunciada cancelación de las Zonas Económicas Especiales, incluida la de Guerrero con Michoacán; tampoco lo hemos visto demandar que se ejerzan en la entidad los recursos del Programa 3×1 para migrantes, o rechazar el Fondo de Apoyo a Migrantes del Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 o la eliminación de la partida federal para prevención del delito, todos estos asuntos trascendentes pata Guerrero, por citar algunos.
La crisis que atraviesa la 62 Legislatura desde sus inicios, es resultado de la mala conducción de la Junta de Coordinación Política. La inexperiencia, la inmadurez aunados al vértigo que produce el poder lo han hecho posible,
Los diputados locales pueden rescatarse a sí mismos, si logran elaborar una agenda legislativa entre todos los grupos parlamentarios, que rescate al Congreso local de la parálisis en que ha caído.