UNA MALA Y OTRA PEOR

 

Les tengo una mala y otra  peor. La mala es que México no enfrentará su primera recesión económica, porque aunque López Obrador tenga otros datos, todo apunta que hacia allá vamos. La pésima es que a diferencia de sus antecesores, ahora le hará frente un tipo tan ególatra y soberbio que es incapaz de aceptar que ha regado el tepache, además de que difícilmente él o su gabinete de pacotilla se encuentran preparados para superarla, como ha sucedido en antaño.

Desde que tengo memoria y no precisamente porque estuviera muy consciente de la situación sino que escuchaba a don Mata platicar, todos los presidentes de este país han tenido que hacer frente de una u otra manera al fantasma de la recesión durante sus administraciones.

En los últimos 38 años, México ha vivido siete momentos económicos complicados.

Sin la menor duda, fue en el mandato de José López Portillo, cuando los mexicanos enfrentaron una de las peores y más profundas crisis. Ésta comenzó en noviembre de 1981 y tardó 14 meses en regresar a un nivel de cien puntos en el indicador coincidente.

Jamás olvidaré la angustia de mis padres cuando en un intento por legitimar su salida más que evitar la catástrofe, López Portillo  nacionalizó la banca y decomisó los ahorros de todos los mexicanos (incluyendo los de mi familia), con cuentas en dólares, a los que literalmente robó el 50 por ciento, ya que sólo se pagaron 75 pesos por dólar cuando valían 150.

Como era de esperarse, a Miguel de la Madrid recibió una economía en pésimas condiciones (nada que ver con la que heredó López Obrador aunque ande de chilletas), que entró en recesión en mayo de 1985 con una caída de más del 3.9 por ciento.

Ya en la administración de Carlos Salinas, las cosas parecen ir sobre hojuelas; sin embargo, es a final de su sexenio cuando surge el llamado “error de diciembre”, que no fue otra cosa más que otra recesión que tuvo que afrontar Ernesto Zedillo.

Posteriormente, cae el PRI y llega la alternancia con Vicente Fox, quien  entra  la presidencia con una recesión diferente a las que estábamos acostumbrados que eran domésticas, la iniciada en agosto de 2000, viene de fuera.

Curiosamente, a Felipe Calderón también le toca otra recesión internacional y hay que reconocer que salimos bien librados de ella.

Claro está, que el expresidente Enrique Peña Nieto no sería la excepción pero a diferencia de las anteriores, la recesión fue muy pequeña, de apenas 0.4 por ciento y el PIB jamás se contrae, por lo que los economistas y conocedores del tema la calificaron más como un estancamiento.

Ahora con López Obrador, en siete meses de administración la caída es  del 0.9 por ciento, mismo tiempo que estamos por debajo de los 100 puntos, por lo que de acuerdo con los pronósticos tardaremos de 18 a 24 meses, eso sí bien nos va y sí en algún momento dentro de su sinfín de mentiras lo acepta.

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