También en eso de las renuncias López Obrador lleva buen ritmo e impone récord; lo cual no sería del todo raro si no existieran esas cartas de dimisión que más bien parecen denuncias. La misiva de Carlos Urzúa Macías y la de Germán Martínez fueron totalmente al grano y no dejaron margen a especulaciones, mientras que el resto fueron aunque menos explícitas, igual de preocupantes. Abandonan el barco porque no pueden con el autoritarismo, prepotencia, abuso de poder, pero sobre todo, la necedad del tabasqueño.
Urzúa Macías, fue tajante, “resulta inaceptable” la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. No me vayan a decir que no es una denuncia de lo que tanto dice combatir López Obrador, corrupción, pero sobre todo, imposición y nepotismo.
Recordemos lo que Germán Martínez, quien fungiera como director del IMSS, señaló al momento separarse del cargo “algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tienen una injerencia perniciosa en el organismo y ponen en riesgo la creación igualitaria, de justicia y concretamente. ¿Se refiere a los mismos que acusa el ahora extitular de la SHyCP?
Párrafos como el que decía: “controlar en exceso esos recursos, que son de trabajadores y empresarios, sin racionalidad y sin apego a las normas del IMSS, puede acabar con esa dinámica de solidaridad social propia del Instituto”. Y nuevamente señala a la Secretaría de Hacienda como responsable.
Aunque con otro tono, también la renuncia de Clara Torres Armendariz, quien tendría en sus manos el Programa de Estancias Infantiles, fue un duro revés, ya que según lo dio a conocer consideraba injusta la medida de recortar el presupuesto a este programa y entregárselo a los padres y madres de familia y no a los encargados de las estancias infantiles.
En su momento, la salida de mayor peso fue la de la secretaria de Medio Ambiente, la cual obvio ya no lo es tanto después de la de Carlos Urzúa, víctima de aquello que nos quieren hacer creer, es decir, quien no aplique las medidas de austeridad y honestidad, no tiene nada que hacer en el gobierno. Obvio esto no es para todos.
Pero también hay otros nombres como los de Simón Levy, extitular de la subsecretaría de Turismo, o de Patricia Bugarín, quien dejó la subsecretaría de Seguridad en su momento casi pasaron desapercibidos. Lo que no sucedió con Guillermo García Alcocer, quien al dejar de ser presidente comisionado de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), fue el cierre de una controversia creada por el mismísimo López Obrador.
No puedo dejar de mencionar que en una sola jornada dijeron adiós Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales; Omar García Harfuch, como director de la Agencia de Investigación Criminal, ambos pertenecientes a la Fiscalía General de la República y la de Tonatiuh Guillén; encargado del Instituto Nacional de Migración, en el momento más álgido del conflicto migratorio.
Y sinceramente no puedo decir sí eran o no gente valiosa, lo preocupante es el mensaje que se envía y que no debería de sorprendernos. López Obrador es un psicópata, dictador.
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Saludos cordiales
Alejandra Munguía Cambrán