
La política del gobierno municipal se basa en actos responsables a medida de transparencia en los recursos públicos, aún cuando Chilpancingo presenta dificultades y obstáculos en una evidente convulsión de profundo contexto social.
El alcalde Gustavo Alarcón Herrera ha dado muestra de capacidad para afrontar el reto de asumir un liderazgo bajo circunstancias extremas, con un peso que pocos entienden y menos aún valoran el desafío en la capital.
Por separado, el presidente de Chilpancingo reconoce los retos que aún están en rezago, por lo que también acepta que en esta senda, como en toda administración, los sacrificios no se miden en elogios, sino en decisiones firmes.
No obstante, de las complejas situaciones en el municipio no es responsable ni sus hijos de la “convulsión”, aunque lo obliga invertir tiempo y esfuerzo en su calidad y responsabilidad como primera autoridad en Chilpancingo.
A manera que el alcalde Gustavo Alarcón deja entrever las intenciones y los intereses que subyacen detrás de las críticas destructivas, en vez de construir para darle dirección y certeza a las causas que genera compromiso y liderazgo.
Y efectivamente lo que ocurre no es simple, es el resultado del egoísmo de algunos personajes, lejos de contribuir al bien común, optan en deseos e intereses personales, sin acceder a la construcción de la gobernabilidad del municipio.
Lo anterior también ha obligado sumarse en los esfuerzos con el gobierno estatal, a fin de reactivar una política de certeza y margen, particularmente con el problema historico del agua potable y la situación reciente de la basura
El presidente afronta un liderazgo responsable en la apertura con políticas efectivas que permitan darle una imagen diferente a Chilpancingo a través de nuevos modelos de desarrollo en obras de alcance y de beneficio directo a la ciudadanía.