Zona Cero || Afiliarse al PRI en 2025: ¿valentía o desesperación?

Roberto Santos // Resulta enternecedor el deslinde de Ángel Aguirre ante la afiliación de Alberto Catalán Bastida al PRI de Alejandro Moreno Cárdenas (Alito).

Y digo “enternecedor” porque nadie en su sano juicio puede creer que Catalán dio ese paso sin antes haber consultado con su mentor.

Es como pensar que un aprendiz de brujo se atrevería a lanzar un hechizo sin preguntarle al maestro si el conjuro lleva sapo o lagartija.

Pero más allá del melodrama y las lágrimas de cocodrilo, la decisión de Alberto Catalán es una metáfora casi poética de la política mexicana: cuando los barcos empiezan a hundirse, algunos políticos saltan… aunque sea a otro que ya está en el fondo del mar.

El PRI, esa reliquia del pasado que se mantuvo a flote a punta de clientelismo, corrupción y simulación democrática, hoy es una ruina política gracias a Alejandro Moreno, quien en lugar de rescatarlo, ha sido el encargado de rematarlo, convirtiéndolo en una propiedad más, donde quien no comulga con él, es expulsado.

Y en este escenario, aparece Catalán Bastida con una misión heroica: fortalecer al PRI y sacarlo de la crisis. ¿Cómo? No está claro. Lo que sí sabemos es que lo hace en un partido cuya democracia es tan genuina como los discursos de su líder nacional.

Aguirre Rivero dice que no aprueba la decisión de Catalán y nos recuerda que él mismo abandonó al PRI por su falta de prácticas democráticas. Y uno no puede evitar preguntarse: ¿qué le hace pensar que ahora las cosas son distintas?

Pero, en fin, ¿qué busca Catalán en este naufragio? Tal vez una candidatura en 2027. O quizás fortalecer la campaña de Manuel Añorve Baños, quien sueña con ser gobernador, aunque la realidad indique que su destino es otro.

Porque si algo ha dejado claro el electorado, es que el PRI de “Alito” Moreno inspira menos confianza que una oferta de “dinero fácil” en internet.

El problema no es solo que un político salte de un partido a otro —eso es como un deporte nacional—, sino la falta de visión a futuro. En lugar de construir algo nuevo, Catalán opta por sumarse a un proyecto que tiene más pasado que futuro.

Porque si algo ha demostrado la historia reciente, es que la gente ya no vota por siglas, sino por liderazgos reales y proyectos con sentido.

Y el PRI de “Alito” no es ni lo uno ni lo otro.

Así que, más que un paso adelante, lo de Catalán parece un salto al vacío… sin paracaídas.