Roberto Santos // La personalidad arrogante de Donald Trump ha sido catalogada como narcisista y ha sido objeto de análisis por parte de psicólogos, politólogos y periodistas.
Trump exhibe características propias del narcisismo grandioso, un rasgo asociado con una necesidad extrema de admiración, falta de empatía y una visión distorsionada de la realidad.
Algunos aspectos que destacan de su narcisismo y su relación con su estilo de liderazgo y comunicación política, son los siguientes:
Creencia en su grandeza y distorsión de la realidad. Trump ha construido una imagen de sí mismo como un empresario exitoso, un genio político y el salvador de Estados Unidos, a pesar de que muchas de sus afirmaciones sobre su éxito son exageradas o falsas.
Tiende a inflar sus logros, como cuando afirmó que tenía “uno de los coeficientes intelectuales más altos” o que su inauguración presidencial del primer mandato, tuvo “la mayor asistencia de la historia”, cuando las imágenes mostraban lo contrario.
Cuando se enfrenta a hechos que contradicen su narrativa, Trump rechaza la realidad y la sustituye por su versión alternativa. Hasta parece decir: “Yo tengo otros datos”.
Un ejemplo claro es su insistencia en que ganó las elecciones de 2020 a pesar de la falta de pruebas, impulsando teorías de conspiración sobre fraude electoral.
Propensión a la mentira para convencer. El Washington Post documentó más de 30,000 declaraciones falsas o engañosas durante su primer periodo presidencial.
Trump no solo miente con frecuencia, sino que lo hace con una estrategia específica: Mentiras emocionales y simplistas. Sus falsedades suelen ser llamativas y fáciles de recordar, como “México pagará por el muro” o “el COVID desaparecerá como por arte de magia”.
Repetición constante: Utiliza la repetición como herramienta de persuasión, una táctica clásica de propaganda, que nos recuerda la estrategia que usó Adolf Hitler durante su gobierno que terminó en la Segunda Guerra Mundial.
Ataque a la verdad: Desacredita a la prensa llamándola “enemiga del pueblo”, creando un ambiente donde solo su versión de los hechos es válida para su base de seguidores.
Manipulación de su electorado. Trump entiende que su base de seguidores reacciona más a la emoción que a los datos. Usa la nostalgia (“Make America Great Again”) y el miedo (“los inmigrantes están invadiendo el país”) para movilizar a su electorado.
Su narcisismo lo lleva a creerse el centro de la historia de Estados Unidos, fomentando la idea de que solo él puede solucionar los problemas del país.
Incapacidad para aceptar la derrota. Una de las características del narcisismo extremo es la fragilidad del ego.
Trump no soporta perder o ser humillado, lo que explica su negativa a aceptar la derrota en 2020 y su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Es decir, prefirió dañar la democracia antes que admitir que perdió.
El narcisismo de Trump lo lleva a distorsionar la realidad, mentir sistemáticamente y manipular emocionalmente a su electorado.
Su capacidad para convencer a millones de personas de falsedades demuestra cómo un líder narcisista puede desafiar los principios democráticos y mantener el control sobre sus seguidores, incluso a costa de la verdad y la estabilidad política.
Hoy, Trump concentra más poder, junto con los oligarcas con los que gobierna, creando inestabilidad en las relaciones comerciales con los países aliados, basado en la imposición de aranceles.
Concentrar poder y riqueza es una sus metas.
Caricatura publicada en la revista Proceso 08/01/25