Chilpancingo, Gro., 21 de enero de 2025.- Para sancionar y establecer que la “violencia simbólica” es la que se ejerce a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos que transmiten y reproducen dominación, cosificación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, normalizando la subordinación de la mujer en la sociedad, la diputada Leticia Mosso Hernández propuso adicionar la fracción XIII al artículo 9 de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado.
En la iniciativa analizada por las diputadas y diputados integrantes de la Comisión de Justicia, la diputada expone que la violencia simbólica son las formas de violencia que se ejercen a través de símbolos y significados, y que se manifiesta en las relaciones de poder que normalizan y perpetúan desigualdades, discriminaciones y estigmas.
Dijo que esta forma de violencia es invisible, ocurrida en el tejido de nuestras culturas, tradiciones e interacciones diarias, ya que muchas veces los estereotipos de género, raza, clase social y orientación sexual se perpetúan sin que seamos plenamente conscientes de su impacto.
“La violencia simbólica se convierte así en un agente que refuerza estructuras de dominación, que deslegitima las experiencias de ciertos grupos y que, en última instancia, afecta la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás”, refirió Mosso Hernández.
Por esta razón, considera que la lucha contra la violencia simbólica no se limita a identificar y criticar mensajes dañinos, sino que también requiere de una acción colectiva y de educar a las próximas generaciones, desafiando estereotipos y promoviendo una cultura de respeto, diversidad e inclusión; y señaló que se debe legislar, para lograr marcos normativos que reconozcan y sancionen toda forma de violencia hacia las mujeres, que a menudo son invisibilizadas.
Señaló que el primer paso es la concientización, porque no se puede luchar contra lo que no se reconoce, además de fomentar espacios de diálogo donde se cuestionen las normas sociales y se compartan experiencias que pueden marcar la diferencia, “al hacerlo, estamos no solo desafiando la violencia simbólica, sino también empoderando a quienes han sido silenciados”.