Roberto Santos // El festejo del 68° aniversario de Félix Salgado Macedonio no fue solo una celebración más; fue, en muchos sentidos, un evento que huele a precampaña para 2027.
Este martes, las instalaciones del refugio Perritos Felices, en Chilpancingo, se convirtieron en el centro de una fiesta multitudinaria que reunió a simpatizantes de las ocho regiones de Guerrero.
Lo que comenzó como un festejo de cumpleaños terminó consolidándose como un acto político que dejó entrever el peso y la influencia del senador dentro de Morena y en el estado.
Entre abrazos, regalos y música, Salgado Macedonio recibió el respaldo de figuras clave: familiares, colaboradores cercanos, presidentes municipales, diputados locales y cientos de seguidores que no pararon de lanzar porras y halagos para el político guerrerense.
No fue casualidad que el evento estuviera cargado de simbolismos.
La asistencia de personajes políticos estratégicos y la evidente movilización de simpatizantes dejaron entrever lo que parece ser un ensayo general rumbo a la candidatura de Morena a la gubernatura de Guerrero en 2027.
Aunque el senador no hizo ningún anuncio oficial, las señales estuvieron ahí: discursos entre líneas, elogios a su trayectoria y una narrativa de unidad que resonó entre los asistentes, cuando en el otro lado se conforma un bloque opositor que va a disputar la candidatura a la gubernatura por el partido oficial.
Salgado Macedonio mantuvo un perfil moderado, pero su sola presencia en este tipo de eventos es suficiente para enviar un mensaje: sigue siendo una figura clave en el escenario político de Guerrero.
Su conexión con las bases y su capacidad de convocatoria lo colocan como un actor central en los futuros procesos electorales.
Para muchos, este cumpleaños no fue solo una celebración personal, sino un acto político disfrazado de fiesta.
Y, mientras tanto, algunos observan y especulan: ¿será este el inicio del camino hacia una nueva candidatura de Félix Salgado Macedonio?
Si algo quedó claro este martes es que, más allá del pastel y las canciones, en el aire de Chilpancingo se respiraba algo más: el aroma de un posible destape.