Roberto Santos // La seguridad pública es uno de los pilares fundamentales en la gestión de cualquier autoridad municipal.
No solo es un mandato legal, sino una obligación moral para garantizar el bienestar de la población.
Sin embargo, en el caso de la administración de Abelina López Rodríguez, la realidad muestra un abandono sistemático de esta responsabilidad, evidenciado por la falta de claridad y eficacia en el uso de las herramientas destinados a la seguridad.
Durante su trienio anterior, la alcaldesa tuvo a disposición cien patrullas que, lejos de ser utilizadas para fortalecer la prevención del delito, quedaron prácticamente en el olvido.
Es inaceptable que, en un municipio como Acapulco, con índices alarmantes de violencia y criminalidad, estas herramientas esenciales para la protección ciudadana hayan sido subutilizadas o simplemente ignoradas.
Ahora, en un aparente esfuerzo por corregir el rumbo, la administración de López Rodríguez ha entregado 20 patrullas para tareas de seguridad pública.
Sin embargo, surgen la pregunta: ¿Son patrullas nuevas o forman parte del lote de las 100 que nunca se utilizaron?
¿Acaso ya se entregaron las anteriores?
Este manejo, que genera dudas e incertidumbre, pone en entredicho la seriedad con la que la alcaldesa aborda uno de los problemas más urgentes de Acapulco.
La ciudadanía tiene derecho a saber qué ocurrió con los recursos destinados para su seguridad.
Antes fueron 100 y ahora solo 20. Parece un sinsentido.
Más allá de un acto simbólico de entrega de patrullas, lo que se necesita es una estrategia integral que ataque de raíz la inseguridad y priorice la prevención.
La improvisación y el desdén por la prevención, solo perpetúan la vulnerabilidad de la población frente al crimen.
Abelina López Rodríguez debe rendir cuentas claras y asumir la responsabilidad de su gestión en materia de seguridad pública.
Dejar en el abandono las herramientas de prevención y no aclarar el destino de las mismas es un acto que trasciende la negligencia y roza el desprecio por la vida y el bienestar de los acapulqueños.
El pueblo de Acapulco difícilmente se va a conformar con promesas y gestos simbólicos, en lugar de acciones contundentes y responsables que den prioridad a la seguridad de todos.