Por Citlali Calixto Jiménez // Una de las cosas que me hace sentir afortunada es mi educación. Gracias a una beca completa pude estudiar Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Iberoamericana (IBERO) en la Ciudad de México. Agradezco infinitamente esa oportunidad que tuve y que aproveché al máximo. Sin embargo, soy consciente de que solo un porcentaje muy pequeño de la juventud mexicana puede acceder a becas de ese tipo en instituciones privadas.
Por eso valoro mucho la política educativa de los gobiernos de la Cuarta Transformación. Además de las becas, el acceso a la educación superior está cerca de ser universal. Las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García son un legado invaluable del Presidente López Obrador. En tan solo seis años logró la creación y operación de 203 universidades que le dieron lugar a 85 mil jóvenes becados para estudiar ingenierías, medicina y humanidades. Guerrero fue uno de los estados más beneficiados con 15 planteles, solamente detrás de Chiapas (27), Oaxaca (23) y Veracruz (21).
Como un ejemplo más del “segundo piso de la transformación”, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo anunció en la mañanera del pueblo del 23 de octubre que se crearán 330 mil lugares más para estudiantes de educación superior. Pongamos en perspectiva la relevancia de esta decisión.
En primer lugar, hay que dimensionar la magnitud de lo que se viene. La meta de lugares anunciada prácticamente va a cuadruplicar la que se generó con las Universidades para el Bienestar. Estamos hablando de más de 300 mil jóvenes que podrán acceder a la educación y egresar con título que les permitirá perseguir y alcanzar sus sueños de desarrollo profesional. Así como mejorar su calidad de vida y la de sus familias.
En segundo lugar, ya empezamos a ver cómo la Presidenta Sheinbaum va escalando el alcance de los programas más exitosos de su gestión como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. La Universidad Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud fueron creadas por ella en la capital del país. La primera cuenta con 23 licenciaturas, 15 posgrados, 5 especialidades, 7 maestrías y 5 doctorados. La segunda ofrece 2 licenciaturas (Medicina General y Comunitaria y Enfermería Familiar y Comunitaria), 2 maestrías (Bioética y Nutrición Clínica Especializada) y 2 especialidades (Bioética y Regulación Sanitaria de Medicamentos y Vacunas).
Ahora, estas dos instituciones educativas serán de carácter nacional. La Universidad Rosario Castellanos tendrá sede en Comitán, Chiapas y Tijuana, Baja California. Desde el próximo mes se abrirá la convocatoria para la contratación de docentes y la inscripción de estudiantes. Se estima que tan solo en esta Universidad Nacional se generen 150 mil espacios para jóvenes entusiastas de aprender y formarse profesionalmente. En la Universidad de la Salud serán 25 mil, el resto en las Universidades Benito Juárez, el Tecnológico Nacional de México y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
En tercer lugar, más allá del impacto cuantitativo está la importancia del cambio de paradigma educativo. En el modelo neoliberal la educación superior era vista como una mercancía supeditada a acreditar exámenes de admisión que en la práctica funcionaban como mecanismo de exclusión. Mientras que en el modelo humanista la educación es un derecho y le corresponde al Estado garantizarlo de manera inclusiva. Por eso, las pruebas de admisión han sido sustituidas por cursos propedéuticos. Así, no se excluye a nadie, sino que se buscan los medios para nivelar el conocimiento y compensar las diferencias de la desigualdad de oportunidades.
No faltarán los comentarios clasistas que buscarán desacreditar a estas nuevas instituciones de educación pública. Sin embargo, lo importante es que cientos de miles de jóvenes podrán ejercer su derecho a la educación, mejorar su bienestar y contribuir al desarrollo de nuestro país. Me entusiasma saber que vienen años de más y mejor educación pública, educación popular de calidad. Las oportunidades educativas cierran brechas de desigualdad, me consta. Sobre todo, me hace feliz saber que la juventud mexicana tendrá a su alcance los medios para forjarse su propio destino. Esa es la magnitud y relevancia de la Cuarta Transformación. Desde el Congreso del Estado seguiremos reforzándola.