Era una hermosa mañana de 23 de octubre de 2023. Malena y yo preparábamos el regreso a Chilpancingo después de haber pasado 15 días en la hermosa ciudad de Morelia, Michoacán. Teníamos que traer algunos dulces tradicionales de esas tierras tarascas y, obviamente, carnitas.
Salimos de la casa de Doña Mary, mi señora suegra, y fuimos al Mercado de Dulces. Después pasamos a comprar las carnitas en un expendio de confianza de la familia materna de mi esposa.
El local era pequeño, así es que mientras le despachaban a Malena, me senté en una banca que estaba en la entrada y comencé a revisar mis mensajes en el celular.
La piel se me enchinó. Uno de los mensajes de “Notigro” informaba de “un 11” en la colonia Reforma, arribita de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y Mercadotecnica. “Al parecer es un maestro de la escuela”, decía el mensaje.
“Chigadamadre, ¿quién podría ser?”. Conozco a la mayoría de los maestros de esa escuela, algunos son verdaderos hermanos para mi.
El siguiente mensaje heló mi sangre y no sé por cuánto tiempo me quedé como ido: “el 11 es el Maestro Rigoberto Acosta”. Una fotografía de la escena del crimen llegó al instante.
No sé cómo pasé el resto del día. Quedé devastado. No pude evitar pensar en “Pichi”.
El regreso a Chilpancingo se me hizo eterno. Viajamos en la noche y llegamos por la mañana. Justo a tiempo para acudir al sepelio.
Triste, muy triste. “Pichi”, destrozada. Lo único que atiné a hacer es a darle un abrazo. Lo mismo hice con Marthita y con Jorge.
Severo Oyorzábal, mi amigazo Severo, fue contundente en su mensaje: “yo no vi al lado del cuerpo de Rigo un ‘Cuerno de Chivo’, vi libros y cuadernos…”
Y él lo conocía bastante bien, porque allá por los 90’s fueron incluso “rivales” como líderes de la Sierra de Guerrero; Rigo desde el Consejo Regional de la Sierra de Guerrero (Cresig) y Severo desde el Consejo Supremo de los Pueblos del Filo Mayor (CSPFM). Esta rivalidad jamás la comprendí porque ambos luchaban por esa su región. En los años 2000 entendieron que unidos lograrían más y comenzaron su lucha juntos, en alianza también con mi otro hermano José Concepción Hernández Solano.
Hoy, se cumple un año de su artero asesinato. Coincidentemente hace dos días —el 21 de octubre— se cumplieron dos años de la expedición del decreto por medio del cual se reconoció a la Sierra como la Octava Región Económica del Estado.
Rigo alcanzó a ver convertida a su querida Sierra en la Octava Región Económica del Estado. Eso sí, pero nada más eso, porque la situación desgraciadamente no ha cambiado. Pero por su inteligencia y el conocimiento que tenía de la zona, él sabía que nada cambiaría. Me lo dijo en repetidas ocasiones. En una ocasión, en una opípara comida en su casa.
Y nada ha cambiado. El reconocimiento de la Sierra como la Octava Región Económica de Guerrero es sólo de membrete, sólo en el papel, porque ningún beneficio ha tenido gracias a ello. Las autoridades estatales y federales siguen en deuda con esta zona…y con Rigo.
¿Por qué lo asesinaron, por qué? No le hacía daño a nadie.
Esa pregunta taladra mi mente a menudo. ¿Por qué lo mataron, por qué? Él sólo quería el desarrollo de su región, sólo eso.
Recuerdo cuando meses atrás de su artero asesinato me envío la información acerca de que su esposa, la Doctora Felicidad Bonilla Gómez, —Mamá Pichi, para mi— y sus hermanas habían decidido donar a la comunidad de Lindavista, municipio de San Miguel Totolapan, parte de la enorme Biblioteca de su papá, el ingeniero Rafael Bonilla. Esto es una muestra de que lo poco que podía hacer por los pueblos de la Sierra, lo hacía.
Hoy, a un año de distancia, su crimen sigue impune, igual como sigue el asesinato del también líder comunitario Bruno Plácido Valerio muerto a balazos cuando llegaba a la Secretaría de Salud, aquí en Chilpancingo, apenas días antes de la ejecución de Rigoberto Acosta; así como sigue también la ejecución del delegado de la Fiscalía General de la República, Fernando García Hernández, en la colonia Cipatli, también en Chilpancingo.
Los primeros días de ese mes fue asesinado artera y cobardemente mi también amigo Alejandro Arcos Catalán, mismo que también quedará en la impunidad.
Rigoberto Acosta González, Maestro, líder, amigo. Recibe un abrazo en el cielo.