Baltazar Jiménez Rosales // “Si por tu sangre preciosa, Señor, lo has redimido, que lo perdones, te pido, por tu pasión dolorosa…”
La parroquia de la Santa Cruz fungió como velatorio para que familiares, amigos y ciudadanos chilpancingueños pudieran despedirse del presidente municipal de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, después de haber sido arteramente asesinado en el transcurso del domingo, sin embargo, fue completamente insuficiente para albergar a tanto doliente. Desde la madrugada estuvo repleta, igual que las calles adyacentes.
¡Justicia, justicia, justicia!
¡Pre-si-dente!, ¡pre-si-dente!, ¡pre-si-dente!
Estas fueron algunas de las consignas que se escucharon toda la mañana de ayer en la parroquia del emblemático barrio de la Santa Cruz, entre misa y misa, una celebrada poco después de las siete de la mañana y la otra antes del mediodía, a las cuales asistieron algunos personajes de la vida política que, sin embargo, prácticamente no quisieron hablar.
A la parroquia llegaron a presentarle sus condolencias a la familia de Alejandro Arcos, principalmente a su esposa Sandy, a su pequeño hijo Alex y a sus padres y hermanos, el ex gobernador Héctor Astudillo Flores; el ex candidato al Senado de la República, Mario Moreno Arcos; el presidente de la Junta de Coordinación Política, Jesús Urióstegui García; el coordinador de los diputados locales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Robell Urióstegui Patiño; los dirigentes estatales del partido del Sol Azteca, Mario Ruiz Valencia y de Acción Nacional (PAN), Eloy Salmerón Díaz, entre otros.
Fueron cientos de personas las que la mañana de ayer acudieron a despedir al alcalde de Chilpancingo; integrantes de la sociedad civil, ex funcionarios estatales y municipales, amigos y compañeros de él. En todos había un común denominador, incluso entre los propios reporteros que cubrían las exequias: caras de tristeza, de dolor y de una gran impotencia contenida. ¡Justicia, justicia, justicia!
Incluso en la mente de este reportero retumbaba la frase expresada por el propio Alejandro Arcos en una de las últimas entrevistas que dio: “me han preguntado que cómo me gustaría que la gente me recordara el día en que ya no esté en esta tierra, y yo les he pedido que me recuerden como un promotor de la paz, un promotor de la felicidad, del desarrollo, eso es a lo que aspiro…”
Al despedir el cuerpo de la parroquia de la Santa Cruz, para ser trasladado a la Catedral de la Asunción de María, el Padre Baltazar Vega Ramos, tuvo unas sentidas palabras para el alcalde chilpancingueño y lo comparó con una semilla fértil que se siembra en el surco de la vida: “Alejandro tuvo una misión, una misión de paz, de justicia y progreso para nuestro pueblo, nuestra ciudad y nuestro municipio y el estado; podríamos decir que su vida terminó como Dios le pidió, con una misión a desempeñar en esta vida; que su ejemplo, su entrega y generosidad sea un ejemplo para nosotros; que sea una semilla que caiga en el surco de nuestro corazón y que como él, trabajemos y luchemos por construir una sociedad en paz, más justa, solidaria y fraterna y que su muerte no sea en vano, que abra nuestra conciencia, ilumine nuestra razón para que la violencia y el odio no sigan dañando nuestra vida social”. Acto seguido, el presbítero le echo la bendición.
El féretro con los restos mortuorios de Alejandro Arcos fue sacado de la parroquia para ser trasladado, entre vivas y gritos de ¡justicia!, ¡justicia!, ¡justicia!, a la Catedral de la Asunción de María.
Algo para resaltar es que en el recorrido rumbo a la Catedral, su esposa Sandy, su pequeño hijo Alex y demás familiares de Alejandro, no eran acompañados por político alguno sino por tres párrocos: los Padres Balta, Gamaliel y Efraín, quienes les dieron fortaleza.
Cabe señalar también que durante el recorrido, en algunas partes de la avenida Juárez, el cortejo tuvo que detenerse brevemente porque algunos ciudadanos le arrojaron pétalos de rosa en señal de respeto y cariño a su presidente municipal.
Fueron cientos, quizá miles de chilpancingueños quienes acudieron a despedir a su alcalde, por lo que la Catedral de la Asunción de María, donde fue recibido por el párroco Benito Mayo, fue insuficiente para albergar a tanta gente que tuvo que esperar en la explanada y en los alrededores del kiosco, a que terminara la homilía.
Al término de la misa, el féretro con el cuerpo de Alejandro Arcos Catalán fue llevado en hombros al Palacio Municipal donde fue colocado un momento en la Planta Baja mientras que en la explanada de la plaza cívica “Primer Congreso de Anáhuac” permanecieron miles de chilpancingueños que repitieron a grito abierto las consignas de ¡justicia, justicia, justicia! y ¡pre-si-dente!, ¡pre-si-dente!, ¡pre-si-dente!
En determinado momento, hasta el Palacio Municipal llegó la ex alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, acompañada por su esposo, y al intentar sumarse al cortejo fúnebre fue abucheada por la dolida muchedumbre que le gritó en repetidas ocasiones ¡fuera! ¡fuera! ¡fuera! Incluso hubo quienes que le gritaron ¡asesina!
Finalmente, el cuerpo de Alejandro Arcos Catalán fue llevado a descansar al Panteón de la Paz, alrededor de 24 horas después de que arteramente le quitaran la vida.
“Dale, Señor, el descanso eterno
y luzca para él la luz perpetua…”