Roberto Santos // La trágica noticia del asesinato de Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, ha sacudido a una comunidad que anhelaba un futuro en paz.
Quienes lo conocían sabían que Alejandro era un hombre de buenas intenciones, comprometido con su ciudad y su gente. Su muerte, no solo trunca su carrera política, sino que deja un vacío profundo en el corazón de Guerrero.
La impotencia se siente en cada rincón de la capital. La violencia ha ganado terreno, y lo sucedido es un recordatorio doloroso de que aún queda mucho por hacer.
La respuesta de los partidos políticos y líderes locales ha sido clara: la condena unánime y la exigencia de justicia son imprescindibles en momentos como este.
El PRI, el PRD y otros sectores han alzado la voz, demandando que el caso sea atraído por la Fiscalía General de la República, y exigiendo que este crimen no quede impune.
Alejandro era perredista, y los diputados locales exigen que se realice una investigación exhaustiva y transparente que llegue hasta las últimas consecuencias.
“No permitiremos que este crimen quede impune; es fundamental que se identifique y se castigue a todos los responsables,” manifestaron en un comunicado.
Cada vez que un líder es asesinado, es un ataque directo a nuestra democracia y a la confianza que debemos tener en nuestras instituciones. Por eso, la necesidad de un plan de acción que prevenga la violencia y promueva el desarrollo social es más urgente que nunca.
La gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, ha sido enfática en condenar el hecho y se comprometió a reforzar la seguridad en la capital.
“Su pérdida enluta a toda la sociedad guerrerense y nos llena de indignación”, expresó la mandataria.
Hay que recordar que combatir la inseguridad es uno de los compromisos de la presidenta de México y que se espera que cumpla lo más pronto posible.
Es imperativo que el gobierno del estado, en coordinación con el federal, impulse un cambio estructural que busque restaurar el tejido social que la violencia ha desgastado.
Salgado Pineda informó que ha dado instrucciones al secretario de Seguridad Pública del Estado “para intensificar los operativos de vigilancia y proximidad social en diversos puntos estratégicos de Chilpancingo.”
Finalmente, la mandataria reiteró “su compromiso con el pueblo guerrerense de continuar trabajando de manera coordinada con las autoridades de los diferentes niveles de gobierno para garantizar la paz y la gobernabilidad en Guerrero, reafirmando que su administración seguirá adelante con los esfuerzos por la pacificación del estado.”
Por su parte, el diputado Jesús Urióstegui García condenó el homicidio de Alejandro Arcos Catalán.
El también presidente de la Jucopo del Congreso local, expresó su más sentido pésame a la familia, amigos y colaboradores y señaló que se une a “la demanda de esclarecer los hechos y llevar a los responsables ante la justicia.”
Urióstegui García, señaló que “para su servidor y quienes trabajamos en la construcción de una nueva vida pública honrada y pacífica, la violencia nunca será el camino.”
Alejandro Arcos se va, pero su legado de esperanza y servicio a su comunidad debe perdurar.
Es tiempo de transformar el dolor en acción y la indignación en un movimiento por el cambio.
La historia de Guerrero no puede ser solo una crónica de violencia; debe ser una narración de propuestas por el desarrollo y el progreso.
Que la pérdida de Alejandro Arcos inspire a todos a seguir luchando por un estado en paz, donde cada vida, cada sueño y cada aspiración cuenten.
Que su memoria nos impulse a construir la sociedad que todos deseamos, donde la justicia y la paz sean la norma y no la excepción.