Roberto Santos // Guerrero espera la visita de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en medio de la devastación causada por el huracán “John”.
No podía ser de otra manera, cuando algunas de las regiones más vulnerables del estado, como la Costa Chica, Montaña, Costa Grande, Sierra y la Región Centro, se encuentran sumergidas bajo el agua.
Los efectos del ciclón han golpeado fuerte, y la magnitud del desastre exige la atención directa del gobierno federal.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda no ha escatimado esfuerzos. Desde antes de que el huracán tocara tierra, implementó medidas preventivas y, posteriormente, ha estado presente en las zonas afectadas, coordinando la instalación de albergues temporales, distribuyendo alimentos, agua y brindando atención médica.
Sin embargo, la realidad es cruda: los recursos del estado no serán suficientes para hacer frente a esta tragedia, y mucho menos los de los municipios.
La visita de Sheinbaum será crucial para evaluar de primera mano los daños ocasionados por “John” y determinar el tipo de apoyo que Guerrero necesita con urgencia.
Pero también será una oportunidad para percatarse de otra ausencia notable: la de la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez.
Al igual que sucedió con el huracán “Otis”, Abelina ha vuelto a quedar desubicada, y sus críticos señalan que es por su deseo de ser gobernadora más que presidenta municipal.
En aquel entonces, fue el equipo de Obras Públicas quien dio la cara, activando las brigadas de limpieza mientras la presidenta municipal escoba en mano se tomaba fotos en la Costera.
Hoy, ni siquiera eso.
No hay rastro de una estrategia clara por parte de las autoridades municipales y el puerto más emblemático de México, Acapulco, parece estar nuevamente a la deriva, teniendo que ser, una vez más, la gobernadora quien asuma la coordinación para su rescate.
Lo más alarmante es que, según reportes de un medio nacional, después del huracán “Otis”, el gobierno de Abelina López Rodríguez no cumplió con la tarea básica de limpiar las alcantarillas y desagües.
Como resultado, algunas zonas se inundaron más por falta de mantenimiento que por los efectos directos del huracán.
Los acapulqueños merecían más, pero a pesar de esta gestión, volvieron a darle su voto de confianza en las urnas.
En un contexto tan grave como este, la indiferencia o incompetencia son imperdonables.
La presidenta Sheinbaum verá las huellas del huracán “John”, en las distintas regiones del estado, pero también podrá constatar la falta de liderazgo en algunos lugares, que agravan aún más las consecuencias de estos desastres.
Guerrero no solo espera ayuda federal, también merece un cambio profundo en la forma en que se gestiona la crisis en su puerto más importante.
Se espera que la suma de voluntades de Sheimbaum y de Evelyn, los alcaldes y alcaldesas, así como de la población solidaria, ponga de pie al estado una vez más.