Roberto Santos // En política, la mejor defensa es el ataque, o al menos eso parece creer la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, quien ha decidido victimizarse ante la auditoría que enfrenta su administración.
Con frases como “hay que chingar a Abelina” y comparaciones con la Santa Inquisición, López Rodríguez busca posicionarse como una figura perseguida, una mártir política bajo el fuego de la Auditoría Superior del Estado (ASE).
Pero, ¿cuánto hay de verdad en su narrativa y cuánto de estrategia para desviar la atención?
Aunque también solo puede ser una reacción de su ego, que se siente lastimado por la ASE, o se activó un mecanismo de defensa, llamado “desplazamiento.”
La ASE, en su labor de fiscalización, ha señalado irregularidades en el manejo de los recursos durante su administración.
Es cierto que la ciudad, en octubre de 2021, estaba llena de problemas acumulados, pero las justificaciones de la alcaldesa, quien argumenta que no podía esperar dos meses para la licitación, parecen un intento de exculpar decisiones apresuradas sin atender las normas de transparencia y gestión pública que son clave para el buen gobierno.
Lo que resulta cuestionable es su constante apelación a la persecución política.
López Rodríguez sostiene que la ASE está auditando incluso fondos federales, lo cual excedería su jurisdicción.
Aquí, la pregunta que queda en el aire es si, en efecto, hay un exceso por parte del órgano fiscalizador o si esta es una estrategia más de López Rodríguez para evitar el verdadero debate: ¿cómo se gestionaron los recursos del municipio?
Esta retórica de victimización no es nueva en la política mexicana.
Tampoco es raro que ante
las acciones de las instituciones, algunos políticos o gobiernos los particularicen al sentir su ego afectado por el descrédito que genera ser señalado.
Diversos actores, cuando son llamados a cuentas, apelan a supuestas conspiraciones en su contra, buscando desviar la atención del verdadero problema: la falta de resultados y la rendición de cuentas.
Abelina López no parece ser la excepción.
Lo más preocupante es que mientras ella centra el discurso en una supuesta persecución, a Acapulco sigue enfrentando serios desafíos en infraestructura, servicios públicos y seguridad, donde entran las 100 patrullas que están rentadas pero no se usan.
Al final del día, lo que los acapulqueños necesitan no es una alcaldesa en pie de guerra contra la ASE, sino una líder que rinda cuentas, transparente su gestión y, sobre todo, solucione los problemas reales que aquejan a la población.
El uso político del discurso de la persecución no solo es una táctica que desvía la atención, sino que también banaliza los verdaderos casos de abuso de poder que, lamentablemente, ocurren en nuestro país.
Abelina López debe recordar que, más allá de las excusas, los ciudadanos exigen resultados y transparencia.
El tiempo de victimizarse podría estar acabándose, y la rendición de cuentas está a la vuelta de la esquina.