En su sesión del miércoles de esta semana, los magistrados del Tribunal Electoral del Estado de Guerrero (TEEGro) resolvieron ratificar el triunfo de Alejandro Arcos Catalán en el municipio de Chilpancingo, a pesar de que en el análisis del caso anularon dos mil 416 votos correspondientes a ocho casillas electorales de esta capital del estado. El chilpancingueño tiene firme, pues, su investidura como presidente municipal electo.
Sobre este caso, también recuerdo las declaraciones del dirigente estatal del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Jacinto González Varona, en cuanto a que este instituto político llegará “hasta la última instancia” en los municipios en que esté en duda el resultado de la elección. El mismo miércoles lo reiteró el insigne, perínclito y excelso —así lo consideran sus lame-suelas— señor senador de la República, Félix Salgado Macedonio.
En lo particular, considero que en el caso de Chilpancingo no hay ninguna duda respecto a los resultados de la elección de Ayuntamiento, por lo que recurrir a la Sala Regional Ciudad de México del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y después a la Sala Superior del mismo órgano jurisdiccional, sería únicamente un innecesario gasto de energía y recursos.
Lo digo en otras palabras, Alejandro Arcos Catalán es el presidente municipal electo de Chilpancingo. No hay por qué buscarle ruido al chicharrón, ni chiches a las gallinas, ya que, como dice mi paisano, “haiga sido como haiga sido”, él fue quien ganó el pasado 2 de junio. No hay más, en Morena deben entender que no en todos lados es igual, que a la vuelta de la esquina “la cosa cambea y se diferencea”, dijera mi otro paisano, o que “las jaletinas a veces cuajan y a veces no”.
Otra cosa, la dirigencia estatal de Morena y el reconocidísimo “Señor de los Perritos” ya también debieron darse cuenta que en el municipio de Chilpancingo recibieron una “sopa de su propio chocolate” y que, por lo tanto, la situación no les favoreció.
Si su forma de operar les dio resultado en otros municipios ya no se puede hacer nada por cambiarlo, pero en el caso de Chilpancingo, es algo que deben entenderlo y, sobre todo, digerir su propio chocolate.