Roberto Santos // La noticia corrió como reguero de pólvora, extendiéndose a través de las redes sociales con una velocidad vertiginosa.
Se anunciaba la muerte del famoso cantante, porrista y dramaturgo local conocido como “Pañañas”, a quien pocos conocen como Carlos Adame Flores.
Tan dolorosa noticia corrió en diversas plataformas.
La sorpresa inicial pronto se tornó en una ola de dudas y rumores, pero la verdad detrás de esta noticia era mucho muy distinta.
Pañañas, un joven que ha sido parte del paisaje cotidiano de la colonia Zapata, y de todas las calles de Chilpancingo que llevan a las pozolerías y marisquerías, a donde acude para ganarse la vida haciendo mandados y, si se puede, ameniza el show artístico musical.
Con frecuencia, se le ve recorriendo las calles, a veces con una cerveza en mano, siempre dispuesto a sacar una sonrisa a quienes lo conocen.
Desde pequeño, Pañañas ha explorado múltiples oficios: cobrador de camiones, cantante, bailador, declamador, y hasta vendedor de empanadas.
Fue en esta última faceta que su peculiar apodo nació, cuando su problema de voz lo llevó a gritar “pañañas” en lugar de “empanadas”.
Su fama creció con los años, alimentada por el carisma natural y la resiliencia que lo caracteriza.
Esta popularidad lo ha llevado a ser mencionado por sus seguidores para participar en las distintas elecciones electorales, bajo la premisa de que “estaríamos mejor si él nos representara en el Congreso o en la presidencia municipal”.
Pero la vida de Pañañas no ha estado exenta de tragedias.
Aquel fatídico día en que los estudiantes de Ayotzinapa fueron atacados en la ciudad de Iguala, Pañañas venia junto a los Avispones, quienes habían acudido a jugar como visitante.
En el ataque a los normalistas, los agresores también abrieron fuego contra el autobús de los Avispones, resultando en la muerte del chofer y uno de los jóvenes jugadores. Además de múltiples heridos.
En esta acción, el Pañañas resultó herido.
“No te tocaba”, le decían sus amigos, reconociendo la dureza del personaje que había logrado sobrevivir a tal horror.
Hoy, el rumor sobre su muerte sacudió nuevamente a sus seguidores.
Pero para alivio de todos, resultó ser falso.
Pañañas no ha “colgado los tenis”.
Se encuentra en un anexo, en la difícil pero esperanzadora ruta de la recuperación.
Quizá, después de salir de esta etapa, considere seriamente lanzarse a la política, un campo donde, según muchos, podría desempeñarse mejor que algunos de los improvisados que ocupan cargos hoy en día.
Larga vida al Pañañas, el hombre que ha sobrevivido a balas, rumores y a la dureza de la vida misma, y que sigue siendo un símbolo de resistencia, resiliencia, y alegría para su comunidad.