El sectario partido (PRI) a través del cuadro ambicioso del dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas Alito desplazo a sus propios impulsores violando los estatutos y logrando cubrir los requisitos ante el INE yTrife para su reelección.
A lo referente, y de manera ingrata reconoce la orientación política y el apoyo de José Murat, a quien se refería como maestro y guía en su caminar en dirección a cargos de representacion popular hasta llegar al gobierno de Campeche.
No obstante, cuando decidió dejar palacio de gobierno e ir por el PRI, el oaxaqueño le despejó el camino firme a Alejandro “Alito” Moreno con el motor económico para operar en el triunfo de la yucateca Ivonne Ortega.
Pese a esos antecedentes, el presidente del PRI nacional se deshizo de los Murat, marcando distancia cuando pactó la entrega de Oaxaca a la cuarta transformación y en resentimiento a José Murat le quitó la Fundación Colosio.
El camino está despejado entre el egoísmo y la ambición en tener bajo su mando al Consejo Político, a la Comisión Permanente, a los dirigentes estatales, a las bancadas y a los militantes con derecho a voz y voto en la Asamblea Nacional.
Al grado que se han sumado a actores externos, como notarios públicos, representantes del Instituto Nacional Electoral (INE) de Guadalupe Taddei y no se diga a magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Con ese control es evidente que Alito tiene pleno dominio para su reelección, en espera del revés jurídico, legal, del órgano electoral en severos cuestionamientos a la XXIV Asamblea Nacional para asegurar su longevidad al frente del PRI.
Se comenta que si Dulce María Sauri reclama una mujer al frente del partido por turno de género, ya la tiene Alejandro Moreno Cárdenas al poner al frente a la chihuahuense Graciela Ortiz y de paso resolvió la prelación jurídica.
Es decir, los ciclos de máxima representacion en el PRI aún no concluyen, sino, al contrario sigue vigente el abuso de fondo de un dirigente nacional del tricolor que lo único que viene logrando es la división y el beneficio personal y familiar.
El llamado mal Alito es el actor de la verguenza en esta fase catastrófica que vive el priismo en los últimos procesos y elecciones en diferentes estados, donde casi están fuera del mapa político a causa de un dirigente sin escupulos y liderazgo.