El PRD y su final

En el año 1988; el sistema electoral se cayó, el fraude se consumó, miles y miles se arremolinaban en torno a Cuauhtémoc Cárdenas. La amenaza de una revuelta armada como a principios de siglo era evidente, “tú sólo da la orden”, le gritaban sus enardecidos seguidores; “muera el PRI-gobierno”, “muera Salinas de Gortari” eran las consignas. El hijo del general, serio, inexpresivo, escuchaba sabiéndose el centro de atención, con esa frialdad dio cauce a la gran inconformidad mirando al futuro. Así nació el Partido de la Revolución Democrática el 5 de julio de 1989.

En Guerrero golpeado por el caciquismo y la reprensión del gobierno, la esperanza del cardenismo caló hondo, “Con Cárdenas somos mayoría”, fue el lema de la primera campaña electoral del naciente PRD, los resultados una feroz reprensión.

Así, como un partido de izquierda con gran fuerza el Partido del Sol Azteca dio los primeros pasos de su vida caminando al lado de los movimientos sociales.

A lo largo de sus 35 años el PRD tuvo aportes para ensanchar los caminos de la democracia, para construir órganos autónomos como contrapeso al Poder Ejecutivo, y en los ámbitos legislativo y de gobierno en ampliar las libertades ciudadanas y empoderar a grupos excluidos como los adultos mayores, la diversidad sexual, madres solteras y personas con capacidades diferentes.

Pero la historia de México y del PRD ha sido de caudillos, en sus inicios todo giró en torno al ingeniero, después de que éste marcó su distancia con el PRD en un Congreso Nacional.

La vida del PRD entonces giró en torno a López Obrador, después de la elección del 2012 AMLO se despide del PRD.

Sin caudillo que aglutine su fuerza, empieza la decadencia del partido que fue el esfuerzo de unidad más grande de toda la izquierda mexicana.

Luego, la lucha interna entre las corrientes, y la repetición de vicios de los grupos de poder, hizo que este partido se desgastara a los ojos de la sociedad, llevándolo a un progresivo declive.

En este proceso electoral de 2024, el PRD no alcanzó el 3% de la votación requerida para mantener su registro como partido político a nivel nacional.

Por la Presidencia de la República, el partido sumó 1.86% de los votos; por senadurías, alcanzó 2.27%; mientras que por diputaciones, el porcentaje obtenido fue 2.43%.

Lo dije antes: que las alianzas antinaturales del PRD con sus opositores históricos e ideológicos no nos llelvarían a ningún lado, que era preferible refundar al partido y dotarlo de una propuesta consistente y renovada. No hubo tal, y en ese lapso prosiguió el éxodo de militantes y simpatizantes.

Sin embargo no todo está perdido: el Sol Azteca mantiene presencia en 13 estados, donde lleva legisladores locales y encabeza municipios.

En Aguascalientes, Baja California Sur, Ciudad de México, Michoacán, Morelos, Estado de México, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, Tlaxcala y Zacatecas, Sonora y San Luis Potosí, el PRD tendrá su registro, pero solo a nivel local y podrá participar en las elecciones a gobernadores, diputados y presidentes municipales de esas entidades.

Ya se discute si las fuerzas que aglutina el PRD dan paso a un Partido Social Demócrata o se suma a la marea rosa de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil que inundaron el Zócalo de la Ciudad de México y marcharon en muchas ciudades.

Lo cierto es que lo que queda del PRD no debe ser encabezada por sus sepultureros, cuando menos en Guerrero, vamos a buscar hacer causa común con lo mejor que hay en la política nacional. Para seguir luchando por democracia y una patria para todos y todas.

Es necesario que una nueva fuerza política de izquierda moderna, progresista, elabore una propuesta política que descifre correctamente al país y al sentimiento de millones de mexicanos.

Andrés Manuel López Obrador supo capitalizar un rencor social acumulado durante décadas de la mayoría de los mexicanos, hacia las cúpulas del poder político y económico.

Si los votantes sucumbieron este pasado 2 de junio ante la tentación autoritaria y caudillezca, es porque los partidos de oposición olían a viejo y sufrían un descrédito que nunca resolvieron. Además vieron en sus bolsillos y reflejados en su vida beneficios tangibles.

No les importó castigar la ineficiencia del Sector Salud, el doloroso fracaso de la estrategia de seguridad, el desmantelamiento de los órganos autónomos, y que en muchos aspectos, el país retrocediera a la década de los 70´s. El dinero en la mano pudo más que los principios. Para cerrar les comparto la conocida anécdota de Winston Churchill.

“Churchill tomó un taxi para ir a dar una entrevista en la BBC de Londres. Al descender, le pide al taxista que lo espere unos minutos. El chofer, que no lo había reconocido, le contesta con entusiasmo: “No puedo esperarlo porque tengo que ir a casa a escuchar el discurso que Churchill va a dar por la radio”.

Tras el momentáneo orgullo inicial, Churchill aplicó la prueba de fuego: Le alcanzó, en silencio, un billete de diez libras. Al ver la pequeña fortuna ofrecida, el taxista respondió: Esperaré el tiempo que sea, señor ¡y que Churchill se vaya al infierno”.

El dinero en la mano pudo más. Aplica,en nuestro sufrido México de estos días.