Como dice aquel dicho que el “miedo no anda en burro” es la guerra sucia ante el temor y el peligro en riesgo, lo que representan los proyectos electorales, principalmente por la Senaduría de la República en el estado de Guerrero.
Al grado que recientemente fue impugnada la acreditación a la aspiración a la senaduría por MC, por encima de la tendencia en ascenso del movimiento naranja e intentar obstruir, la candidatura de Mario Moreno Arcos.
En este contexto, cabe revelar que el presente desequilibrio electoral obedece a tintes políticos en ataques en el argumento al querer detener aquellos que llevan una diferencia de márgen de triunfo para la Senaduría de la República.
Lo anterior, en razón a la resolución que emitió recientemente la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que no ordena la cancelación de la candidatura de MC como intentaron orquestar con falsos argumentos.
Cabe hacer mención, que la impugnación presentada habría que reconocer, que Guerrero es un estado con presencia de afrodescendientes, de afromexicanos, que es un sector al que respeta y se reconoce, sin ninguna limitación.
La guerra sucia se ha convertido en el escenario de alto miedo y en riesgo en aquellos que no ascienden y optan por actuar bajo estrategias y operaciones de ataque directo, justificando la falta de admitir su pronosticada derrota.
Por eso, los ataques con toque político ante el desequilibrio en las respectivas estratégicas en la ruta de estos casi 50 días del proceso electoral previó a la denominada elección histórica y de sorpresas del domingo 2 de junio.
Aunque no se descarta que en el transcurso de lo que falta del proceso electoral hay quienes harán todo lo que sea necesario para que la votación de algunas candidaturas quieran derrotar en la mesa, es decir, posterior en los tribunales electorales.
Y para evitar los ataques en muchos de ellos llenos de simulación y traición se debería actuar con madurez, separando más que los miedos, riesgos de que el proceso en mira denla elección continúe en el desequilibrio electoral.
Porque de todos modos como se vaya a dar la elección, la votación seguirá jugando el indicador del triunfo, donde en algunos espacios se podrá impugnar, aunque tendrá una respuesta definitiva desde los órganos electorales.
Las formas de conciencia dejan de ser la actitud y juicio con lo que significa la congruencia, la beligerancia se convierte en plena arrogancia en la incertidumbre en aquellos que continúan en falsos argumentos ante el miedo o el temor.
Quien no acepte sus debilidades en torno a los indicadores preferenciales esta condenado a seguir tocando un fondo de indecisión particular y muy lejos de levantarse producto de que no se libra de su propio egoísmo político.