Por Efraín Flores Iglesias // A pesar de los destrozos materiales que ocasionó el huracán “Otis” en miles de hogares, hoteles, restaurantes y edificios públicos de Acapulco, lo cierto es que la mayoría de su gente confía en que las cosas mejorarán.
Tal vez la reconstrucción será lenta y la reactivación económica llevará también su tiempo, pero es muy importante que las autoridades de los tres órdenes de gobierno mantengan una estrecha coordinación para que Acapulco vuelva a brillar como la perla del Pacífico mexicano.
Se requiere el esfuerzo de todos para que así sea, porque la principal actividad económica de Acapulco, es el turismo. Y si no hay turismo, se afecta no solamente la economía del puerto, sino también del estado y del país.
De acuerdo, con datos del Centro de Investigación y Competitividad Turística de la Universidad Anáhuac, el turismo, además de ser uno de los motores económicos de México, es uno de los principales generadores de divisas para nuestro país.
El turismo contribuye con casi 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y genera más de 4 millones de empleos al año en el país, siendo Acapulco uno de los principales destinos turísticos y que el pasado 25 de octubre quedó devastado por “Otis”, un huracán de categoría 5 que afectó a todos los acapulqueños, y muy en participar a la economía de la entidad.
Considero que no son tiempos de pleitos políticos, pero hay que entender que a “Otis” se le ocurrió tocar suelo guerrerense en pleno proceso electoral federal. Y contra la naturaleza no se puede hacer nada.
Es complicado que los actores políticos se sienten y lleguen a un pacto de no agresión en estos momentos difíciles por los que atraviesa Acapulco y otros municipios afectados por el fenómeno meteorológico; sobre todo, porque prevalece una política de polarización desde el 1 de diciembre de 2018.
Es importante destacar el gran esfuerzo que han realizado las fuerzas armadas, la Guardia Nacional, los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el gobierno estatal, las universidades públicas, empresas transaccionales y la iniciativa privada del país para sacar adelante a Acapulco.
Ojalá el gobierno federal rectifique y apoye más a los acapulqueños, porque la emergencia sigue.
La declaratoria de emergencia era una vía rápida para recibir recursos federales para atender los daños causados.
El presupuesto del Ayuntamiento de Acapulco y del gobierno del estado son insuficientes para recuperar su capacidad operativa y financiera.
Hay quienes consideran que la economía tardará dos años en recuperarse, ya que varios empresarios y comerciantes lo perdieron todo.
Este miércoles recorrí algunos puntos del puerto de Acapulco y me percaté de los daños que dejó “Otis”.
La gente sufre, especialmente los que perdieron físicamente a sus familiares en esa trágica noche. También los que aún no encuentran a sus seres queridos.
Los que perdieron sus empleos no cuentan con recursos para poder comprar alimentos.
Qué bueno que se han instalado decenas de comedores comunitarios para repartir comida caliente a los que damnificados.
Hay que reconocer que algunos actores políticos se han solidarizado entregando despensas, botellones de agua, ropa y colchonetas a los habitantes de las colonias y comunidades de Acapulco. Porque Acapulco no solamente es la Costera o la Zona Diamante.
Independientemente de los recursos anunciados por el presidente Andrés Manuel López Obrador para la reconstrucción de Acapulco y Coyuca de Benítez, hacen falta camiones y maquinaria para recoger los escombros y basura que hay en todo el municipio.
Reforestar la zona afectada también debe ser una prioridad para los tres órdenes de gobierno.
Los recursos anunciados para la reconstrucción son insuficientes. No alcanzarán, por lo que es necesario que los acapulqueños alcen la voz y no se dejen manipular por ciertos dirigentes partidistas.
Me dio tristeza ver la forma en que quedó el parque Papagayo y el 80% de las palmeras dobladas por los vientos fuertes y lluvias.
Lo importante de todo es el optimismo que prevalece en la mayoría de los acapulqueños que me tocó ver trabajando en la limpieza.
Acapulco volverá a brillar con el esfuerzo de todos.
Si resistió a los huracanes “Paulina” en 1997 y a “Ingrid” y “Manuel” en 2013, así como a la pandemia por Covid-19, también lo hará ahora.
¡Ánimo, acapulqueños! No están solos.
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