Celestino Cesáreo Guzmán // En 2020, en Guerrero vivían un millón 104 mil 905 niñas y niños de 0 a 15 años, que representaban el 31% de la población de esta entidad.
Para 2023 la cifra de jóvenes aumentó considerablemente, pero cuando uno revisa el presupuesto asignado en 2023 a la Secretaría de la Juventud, casi 37 millones de pesos, y que de éstos, solamente 600 mil pesos son destinados al programa Juventud que Emprende, nos queda claro que en Guerrero, ser joven en Guerrero es todo un reto, con un mínimo de oportunidades.
Pero es más difícil ser joven y ser pobre, ser joven indígena, y podría asegurar que lo es aún más al ser joven, ser mujer e indígena o afro, sobre todo en las zonas rurales, donde el patriarcado prevalece.
Para enfrentar con éxito la vida se requiere que nuestros jóvenes accedan a la educación, servicios de salud, se alimenten de manera nutritiva y con calidad, pero Guerrero se distingue porque el promedio, el 30 por ciento de la población carece de estos satisfactores.
Si bien es cierto que el gobierno federal ha invertido cuantiosos recursos en Guerrero para abatir la pobreza, con dudosos resultados, también lo es que las transferencias económicas a grupos vulnerables, no les proporcionan nuevas habilidades y generan dependencia.
Además, la poca claridad en que opera el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, no permite evaluar sus resultados al carecer de metas e indicadores de avance. Peor aún: he escuchado testimonios poco alentadores de que estos recursos no se están aplicando correctamente.
Ante la falta de oportunidades por las precarias condiciones en nuestras regiones, el panorama se vuelve incierto para quienes intentan incursionar en la vida laboral.
El entorno de la juventud y la niñez en Guerrero, está tapizado de riesgos y desafíos. Baste recordar la infame noticia de que en 2022, Acapulco, Cancún y Tijuana disputaban el primer lugar en prostitución infantil.
Todos sabemos que muchos ceden a la tentación de dedicarse a actividades ilícitas y como resultado acortan su periodo de vida.
Si bien les va, y es un decir, los jóvenes se dedican a empleos informales, sin protección social ni derechos laborales.
Esta falta de oportunidades lleva a muchos jóvenes a considerar la migración, ya sea interna o hacia otros países, enfrentando riesgos y desafíos en el proceso., a lo que se suma un ambiente problemático por conductas agresivas como el bullyng.
Por eso, es entendible la apatía de nuestra juventud en los asuntos políticos y sociales, muchos de ellos sienten que sus voces no son escuchadas o valoradas por las instituciones.
Son uno de los grupos con bajo nivel de participación política son las personas que rondan entre los 19 a 34 años, quienes en su conjunto representan el 33% de la lista nominal. Ahí está el gran reto, movilizar a la juventud.
Y aunque la tecnología ofrece oportunidades, también presenta desafíos en términos de acceso a información veraz y el impacto de las redes sociales en la percepción de la realidad.
Con estas líneas de análisis, no pretendo ser pesimista, sino reconocer una realidad que afecta a nuestra juventud, y lanzar el desafío a los tres órdenes de gobierno y a nosotros mismos como padres de familia, a las ONG´s y sociedad organizada, para tender puentes de entendimiento y apoyo a quienes tendrán en sus manos en el futuro, la conducción de los asuntos de Guerrero.
Como tratemos a nuestra juventud, es como nos tratarán más adelante.