Dejar de ser cangrejos
Mucho se nos ha cuestionado a los mexicanos, y a los acapulqueños en particular, de ser egoístas y envidiosos. Y no falta quien ejemplifique con la parabola de los cangrejos.
Según ésta, si alguien mete por la noche una cantidad de cangrejos a una cubeta, al día siguiente amanece la misma cantidad, con todo y que esos animalitos tienen cierta habilidad trepadora. Esto pasa porque cuando uno de ellos trepa e intenta salir, de inmediato es jalado por los demás para que no lo logre.
En mi humilde opinión, debemos quitarnos ese estigma, despojarnos de mezquindades y lejos de ser obstáculos, impulsar a quienes tienen talento en los diferentes ámbitos de la vida. Eso sin duda nos permitirá crecer como sociedad y nos dará la oportunidad de vivir en armonía, con mayores niveles de desarrollo.
Me dio gusto, por ejemplo, asistir al reconocimiento que la Universidad Americana de Acapulco y la Asociación de Posgraduados del Estado de Guerrero hicieron recientemente a Miguel Angel Garcia Maldonado.
Extraordinario ser humano, profesionista destacado, notario público, y además compañero en el doctorado en Administración y Ciencia Política que no hace mucho concluimos. Pero sobre todo, un gran amigo.
Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!