Jesús Abel Ramírez tiene 17 años trabajando en el semáforo de la Avenida Benito Juárez, en el centro de Chilpancingo
Texto: Yasmín García | Fotografía: Oscar Guerrero // Cada semáforo tiene sus reglas, Jesús Abel Ramírez García es limpiaparabrisas desde que tenía 13 años, apenas era un niño, originario de la Ciudad de México emigró a Guerrero en busca de trabajo, logró emplearse como brigadista de incendios forestales en la Semaren, fue intendente y mesero en un bar, trabajos que tuvo que dejar por el problema de las adicciones.
Hace 17 años uno de sus camaradas lo invitó a trabajar de limpiaparabrisas en el semáforo de la avenida Benito Juárez con calle Nicolás Catalán, en el centro de Chilpancingo.
Cada semáforo tiene sus reglas
“Cada semáforo tiene sus reglas, sus normas; no puedes llegar y ponerte solo asi porque sí, somos muchos, en mi caso llegan y me dicen oye me dejas ponerme un rato, yo les digo que sí, que un ratito porque no me gusta ser envidioso, ya si de ellos es su voluntad cooperan para un refresco”, relató Jesús.
Acepta que es difícil mantenerse en un semáforo por tantos años, debido a que cada vez son más jóvenes, adultos, mujeres y niños que llegan a los semáforos para limpiar el parabrisas de los carros.
Las condiciones en las que llegan son diversas como el desempleo, problemas emocionales pero sobre todo las adicciones, sin embargo, Jesús dice que él no es nadie para criticarlos y juzgarlos, que al contrario, le da animo porque ha estado en esas condiciones y todos los días lucha contra el alcoholismo.
En medio del tráfico, Jesús Abel se encarga de limpiar los vidrios de los automovilistas, algunos no aceptan que lo haga, se molestan, considera que la gente hace mal al criticar y juzgar a los limpiaparabrisas por como se visten o por su aspecto físico.
“Yo llego les digo buenos días, entiendo que si llego a la “malageña” me van a responder mal, dirán ese malandro, si se acercan conmigo me dicen buenos días yo les respondo buenos días, y eso no quiere decir que ya los voy a obligar a tomarse una cervecita”
Al semáforo llega a las siete de la mañana, cuando se desvela a las 9, de lunes a domingo y se retira a las 8 o 9 de la noche dependiendo del día, son las 10:30 de la mañana y Jesús ya ha limpiado el parabrisas con agua y shampoo que lleva en una botella de coca cola de 600 mililitros al menos 35 vehículos.
La hora pico de los automovilistas por la mañana es de 7 a 9 porque van a su trabajo o a dejar a sus hijos a las escuelas, a las 2, 3 y 4 de la tarde porque llegan los alumnos del turno vespertino a las preparatorias número 1 y 9 de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) que están ubicadas sobre la avenida Benito Juárez, y sobre todo porque de 3 a 4 la gente sale de trabajar sobre todo en el sector de la burocracia.
En su mano derecha tiene una cicatriz, conto que cuando tenía 32 años una mujer que estaba tomada le arrojo agua hirviendo, “estaba tomada la señora no era consiste, una persona esta intoxicada tiende a agredir yo lo hice muchas veces y haces daño, ahora si siento que estoy haciendo mal me encierro en mi cuarto y no salgo”.
Detiene la entrevista por un momento porque el semáforo se cambió de color verde a rojo, una camioneta de redilas se detuvo, es la oportunidad de Jesús para limpiar el parabrisas y ganarse unas monedas, sin embargo, el conductor con su dedo le hace una seña de que no limpie sus vidrios, por lo que opta por pasare con el carro de atrás un coche en color gris modelo reciente 2022, es una pareja, el joven acepta que limpie su parabrisas y a cambio le da unos centavos.
A la sociedad pidió que no los etiqueten por trabajar en la calle, ya que es por falta de oportunidades, de preparación, problemas emocionales y de adicciones, antes de criticar que se acérquense que nos conozcan”.