Contexto Político || Guerrero y sus diputados

Por Efraín Flores Iglesias // El Poder Legislativo es una pieza clave para las democracias. Los teóricos lo consideran como uno de los órganos constitucionales del Estado que ostentan representación popular y como el generador de las normas con rango de ley, además de ser el fiscalizador y controlador de la acción del gobierno.

En México el Poder Legislativo se deposita en un Congreso General, que se dividirá en dos Cámaras, una de diputados y otra de senadores. En el ámbito local, cada entidad federativa tiene su propio Congreso que hace las veces de Poder Legislativo.

Gracias a las ideas de los filósofos John Locke y Montesquieu, países como Estados Unidos de América deciden en el siglo XIX dividir el Supremo Poder Federal en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con el único fin de que el poder y las decisiones no se concentraran en una persona, y evitar así la tiranía.

Años después de la consumación de Independencia, México adoptó también el sistema de pesos y contrapesos para garantizar el equilibrio de poderes. Y el proceso legislativo federal se rige por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Orgánica, el Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso y por los acuerdos parlamentarios adoptados por la mayoría de los miembros de cada Cámara. 

Y en lo que respecta al estado de Guerrero, el Poder Legislativo se deposita en un órgano denominado Congreso del Estado integrado por representantes populares denominados diputados, el cual se renovará en su totalidad cada tres años y funcionará a través de la Legislatura correspondiente.

De acuerdo a la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Guerrero, el Congreso del Estado se integra por 28 diputados de mayoría relativa y 18 diputados de representación proporcional (artículo 45).

Los diputados podrán ser electos de manera consecutiva hasta por cuatro períodos. La postulación sólo podrá ser realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que los hubieren postulado.

En el artículo 46 de la Constitución local se establecen los requisitos que deben cumplir todos aquellos que aspiren integrar el Congreso del Estado.

No se requiere contar con suficiente preparación académica para ser diputado local. Sólo basta tener veintiún años de edad cumplidos el día de la elección, ser originario del distrito o municipio si éste es cabecera de dos o más distritos, o tener una residencia efectiva no menor de cinco años inmediatamente anteriores al día de la elección, y ser ciudadano guerrerense, en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos.

En las últimas tres Legislaturas he observado la falta de interés de los diputados para el debate parlamentario y la presentación de iniciativas de ley que favorezcan a los guerrerenses.

La mayoría sólo son unos calienta curules y levanta dedos. Pero eso sí, algunos se han dado el lujo de faltar a las sesiones ordinarias y extraordinarias. ¿Y saben qué? Su salario lo cobran íntegro. Porca miseria.

El 1 de septiembre arranca el Tercer Año de Ejercicio Constitucional de la LXIII Legislatura. Y ocurrirá lo mismo de cada tres años. Las diputadas y los diputados andarán más ocupados en asuntos partidistas y electorales, y no en el quehacer legislativo, ya que muchos de ellos buscarán ser presidentes municipales, diputados federales o reelegirse para otro período.

Están en todo su derecho de buscar otros cargos de elección popular o regresar a sus distritos para volver a pedir el voto. Pero no se vale que la mayoría de ellos sigan engañando a los ciudadanos con discursos huecos y de que “están con el pueblo” y contribuyendo a la “transformación de Guerrero”.

La figura del diputado es muy importante en los regímenes democráticos. Y aclaro: no todos los diputados locales están reprobados. También hay buenos y regulares.

Lo cierto es que la mayoría de los que llegaron a través de las siglas de Morena, son unos analfabetas funcionales e ignorantes en Derecho Parlamentario. Y lo que es peor: algunos que ostentan y presumen Doctorados no saben leer ni debatir en tribuna.

También es cuestionable que algunos diputados que llevan dos o tres períodos consecutivos en el Congreso local no participen activamente en la presentación de iniciativas de ley o acuerdos parlamentarios. Sólo están de adorno. O, como dirían en mi pueblo: ni huelen ni hieden.

Es cierto, algunos diputados locales del PRI y del PRD son buenos para ganar elecciones en sus distritos, y tal vez por eso los dirigentes de sus partidos y coordinadores parlamentarios no les exijan participar activamente en los asuntos legislativos. Votos son votos. 

El Poder Legislativo requiere urgentemente líderes, conocedores del Derecho, destacados tribunos y diputados comprometidos en la defensa del Estado de Derecho y de las instituciones. Porque para ser borrego o títere no se estudia.

Además, es urgente que el PRI ya jubile a sus dinosaurios, especialmente al eterno diputado plurinominal, Héctor Apreza Patrón, un personaje que ha sido un obstáculo para que otros militantes del tricolor sean incluidos en la lista de diputados de representación proporcional. 

Ojalá el PRD también tenga cuidado en quienes postula como candidatos en la elección de 2024, porque si sigue postulando a los hijos, esposas, amigos y compadres de los dirigentes de las tribus, seguirá perdiendo votos. Y, sobre advertencia, no hay engaño. 

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