¡Jálalo que es pargo!

¿Hacia dónde vamos?

Por Jacko Badillo

Con la llegada de un gobierno federal que se promueve como de auténtica izquierda, democrático y de abanderamiento de las causas populares, la gran mayoría de los guerrerenses pensábamos que los escenarios de violencia y vandalismo de los grupos radicales eran cosa del pasado, pues se supone que sus postulados son de alguna manera coincidentes.

En nuestro estado el magisterio aglutinado en la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG) fue amplio promotor de la candidatura de quien hoy encabeza el Gobierno de México, y por lo mismo pieza clave para que esa avalancha que representó el partido Morena ganara la mayoría en el Congreso local.

Por eso no dejan de sorprendernos los excesos cometidos en los destrozos ocasionados en el recinto legislativo, pues las imágenes que se difundieron de los actos vandálicos muestran acciones francamente violentas y agresivas para destruir mobiliario y equipo de oficina, ventanales, puertas, documentos y todo lo que se les atravesó, además de atentar contra la libertad del personal de la Cámara de Diputados que tuvo la desgracia de cruzarse en su camino.

Uno no puede hacer nada, solo sorprenderse e indignarse, pero también sentimos coraje e impotencia por lo incuantificable de esos daños, que al final de cuentas representan un gasto millonario al erario público, tanto en pérdidas como en reparación y rehabilitación, pues se trata de recursos que provienen de quienes sí producimos, de quienes pagamos impuestos, dinero del pueblo, pues, que bien podría utilizarse en atender necesidades urgentes de aquellos que verdaderamente lo necesitan.

La pregunta es, si el gobierno federal y los poderes emanados de esa izquierda no son capaces de contener a sus propios seguidores, entonces ¿hacia dónde vamos como sociedad?, más allá de si las demandas que enarbolan esos grupos radicales son las mismas de siempre, y que dan la impresión de que solamente son usadas como pretexto para seguir haciendo de las suyas.

Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!