Jorge VALDEZ REYCEN
• Historias del Agua… y corrupción
• Zedillo invirtió mil millones de pesos
• “La Parota”… daría agua por 50 años
Félix Salgado Macedonio le cantó “Mujeres Divinas” a bordo de una lancha a María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno Español, aquel 4 de agosto del 2008.
El alcalde recibió 35 millones de dólares donados por el gobierno de España para el rescate de la bahía de Acapulco. La millonaria cantidad no fue entregada directamente a Félix, sino a la CONAGUA que dirigía José Luis Luegue Tamargo… nunca llegaron.
Al cabo de algunos años, el gobierno español pidió un informe de los avances obtenidos por ese donativo a Acapulco y hubo silencios.
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La presa “La Parota” tenía autorizado por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) un presupuesto de mil millones de pesos, apenas 3 años antes, para dotar a Acapulco de suficiente abasto de agua potable para los próximos 50 años o más. El proyecto fue abortado por un movimiento de comuneros opositores en los Bienes Comunales de Cacahuatepec.
Más de 1.5 millones de habitantes de Acapulco quedaron condenados a surtirse de agua del río Papagayo por pozos y bombeo a planta potabilizadora de El Cayaco.
El sistema de bombeo “Chapultepec” fue creado para surtir agua hacia el Acapulco Diamante, directamente desde Lomas de Chapultepec, en la ribera del rio Papagayo.
Los comuneros de Cacahuatepec radicalizaron su oposición a la construcción de la presa “La Parota” desestimando proyectos turísticos, acuícolas, de pesca deportiva y deportes náuticos en el vaso de la presa que, además, generaría electricidad más barata a Acapulco con tarifas preferenciales. Nada de eso se tomó en cuenta. Fue el NO de unos mil 500 comuneros que rechazaron los beneficios para más de 1.5 millones de habitantes de Acapulco.
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Los estragos del huracán “Pauline” obligaron al presidente Ernesto Zedillo a invertir en Acapulco más de mil millones de pesos en la reconstrucción de la red hidrosanitaria y la zona devastada del puerto y los grandes arroyos y barrancas. CAPAMA fue relegada por CONAGUA y las obras medio se concluyeron. La crisis del agua aún no llegaba, como tampoco el dinero federal. El presidente Zedillo no volvió a evaluar lo que se hizo de aquella tragedia por el ciclón.
“Pauline” dejó marcado Acapulco en 1997. Una represa formada naturalmente en lo alto de los cerros de las colonias María de la O y Palma Sola, parte alta, se reventó y millones de litros de agua crearon una inmensa ola, como “tsunami” que derribó unidades habitacionales del FOVISSSTE, varias casas “dúplex”, la iglesia de “La Sagrada Familia”, la delegación federal de SECTUR, decenas de viviendas construidas en las márgenes del río Camarón y las barrancas… Más de 98 víctimas dejó como saldo rojo esa tragedia. ¿Se pudo evitar? Todo es un misterio. No había un sistema de alerta, ni tampoco una dependencia como Protección Civil, mucho menos una cultura de prevención de catástrofes por huracanes, terremotos y Tsunamis.
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Las historias del Agua van íntimamente ligadas a fenómenos de la corrupción, impunidad y negligencias oficiales, además de un sector poblacional mezquino, manipulado por grupos antisistémicos que antepusieron sus intereses grupales al colectivo.
Son historias donde el agua debería ser el principal elemento a preservar para su uso, disfrute y conciencia.
En los cerros de Acapulco hay agua. Allá arriba se ríen del desabasto y la sequía. También los comuneros se burlan… y es que el río Papagayo ahora, en el año 2019, está contaminado por heces fecales, aguas broncas de drenaje y detergentes que vierten localidades y municipios como Xaltianguis, Xolapa hasta Tierra Colorada y otros pueblos que descargas sus aguas negras al río que surte de agua a Acapulco y sus más de 1.5 millones de habitantes.
Esa agua “bronca” es bombeada a la planta donde se “potabiliza”, vía tratamiento con cloro, para que llegue a las más de 250 mil tomas domiciliarias. ¿Sabrán los acapulqueños que se trata de aguas contaminadas de heces fecales?
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.