Resulta curiosa la polémica que se ha generado nuevamente en torno a la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Acapulco (CAPAMA).
Apenas el domingo la alcaldesa Adela Román Ocampo se lanzó duro en contra de su antecesor, Evodio Velázquez Aguirre, al grado de calificarlo como “mañoso”.
Se asegura que en las finanzas de ese organismo hay un daño a su patrimonio por casi 139 millones de pesos, y se lo están cargando a la anterior administración.
Se entiende que está en curso un procedimiento resarcitorio. Vamos, no es una cosa juzgada aún. Y los señalados como responsables, tres ex directivos de CAPAMA, tiene a salvo su derecho a defenderse, como el propio ex alcalde Evodio Velázquez de los calificativos que le endilgan.
Lo cierto aquí es que las actuales autoridades de mi adorado municipio porteño, no han presentado denuncia alguna, pero sí serías y directas acusaciones.
Pareciera más un linchamiento político en contra del ex Evodio Velázquez, quien -por cierto- respondió a esos calificativos graves reiterándole su respeto a la alcaldesa Adela Román.
Si nos vamos un tiempecito atrás, el anterior Ayuntamiento porteño recibió a CAPAMA con un cuantioso adeudo ante la Comisión Federal de Electricidad, por más de 150 millones de pesos, y que mediante diversas acciones y acuerdos con la paraestatal, se llegó a cubrir hasta el 50 por ciento de esa pesada herencia de anteriores administraciones.
Y, claro, ese esfuerzo no se reconoce.
Pero, como es el caso de prácticamente todas las administraciones municipales actuales, en la CAPAMA la gran deuda no se generó en el Ayuntamiento que terminó en septiembre del año pasado.
No. Son deudas acumuladas de otras administraciones anteriores. Y de eso nada se dice, curiosamente.
Al frente de aquellos ayuntamientos estuvieron alcaldes con nombre y apellidos. ¿Por qué no los mencionan?
¿Por qué enfocan toda la batería en contra del ex alcalde perredista?
Digo, si todos coludos, todos rabones. Y que quien haya cometido alguna irregularidad en el manejo de los chelines públicos, pues que lo pague. Llámese como se llame.
Y hay que subrayar -desde ahora- que la alcaldesa Adela Román Ocampo, culminará su gestión edilicia sin resolver este enorme problema.
Ojalá y lo tenga siempre presente. Espejito, espejito…(angelirracar@hotmail.com)