Jorge VALDEZ REYCEN
• 50 años de buceo en Acapulco
• Hazañas de “Kalimán” y “Muelas”
• “Tara”, el huracán más devastador
Oírlos platicar durante más de media hora fue un deleite.
“Kalimán”, “Muelas” o “Molacho” y “El Tiburón Ballena” llevan 50 años buceando a puro pulmón los arrecifes de Acapulco, sacando ostión, almeja reina, langosta, callo de hacha, callo margarita, cucaracha, almeja chocolata, mejillón y pescados. Su omligo lo enterraron en Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, en El Trapiche, municipio de Técpan de Galeana y en Pie de la Cuesta. Son de la Costa Grande guerrerense.
Sus rostros, torsos, brazos y piernas están curtidos por el sol y la sal del mar. Se conocen todas las cuevas y riscos: desde playa Mimosa, La Frente del Diablo, la Quebrada, bajos de La Langosta, Flamingos, la Isla de la Roqueta, Las Brisas, Punta Bruja, Piedra del Elefante… No hay resquicio marino que no haya sido buceado por ellos en cinco décadas.
Una campechana (ceviche, pulpo, camarón y ostión) acompañada de una cerveza helada me sirven y es el suculento platillo perfecto para escucharlos. Vivir con ellos las anécdotas de una tintorera de 9 metros, merodeando lentamente los cantiles de la quebrada, mientras bucean sacando ostión, es “sentir una descarga eléctrica por tu cuerpo al ver tremendo animal de frente o pasando a tu lado. Me quedé paralizado de miedo, blanco, pálido”, dice “El Muelas”, de 64 años de edad.
–O ver a una mantarraya de ocho metros aleteando la llanta inflable, tercia “El Kalimán”. “Mirarla desde abajo, a unos 10 metros de profundidad, lanzar su ataque furioso, incontenible, espeluznante. Aleteaba la llanta con fuerza y empecé a jalar la cuerda para que se fuera. Son animales muy grandes y se acercan a los riscos.
Ahorita –dice “Tiburón Ballena”, con una voz quedita— están bajando las ballenas jorobadas. Ya no entran a la “bocana”, se siguen de largo con la corriente de agua fría.
“Molacho” recuerda que no hace mucho una ballena parió su cría frente a Las Brisas y anduvo retozando con el ballenato varios días. La veía contenta, echando chorros de agua con el recién nacido. No hacía mal a nadie. La mataron a balazos… el cuerpo fue arrastrado hacia Puerto Marques. ¿Qué les hacía?
“Kalimán” bucea sin una pierna. Usa una prótesis para caminar. “Buceo con media aleta”, se ríe. Desde 1969 se dedica a extraer moluscos usando una varilla de pulgada afilada en la punta y como mango ata tiras de látex de llantas. Sinfonía del Mar y la quebrada son sus zonas de trabajo. Conoce las corrientes marinas, y las profundidades. El vió cuando un avión realizaba un vuelo casi rasante por el mar y a los pocos días después supo que se había caído la aeronave tipo “Pilatus” de la Fuerza Aérea Mexicana por los cantiles de Flamingos.
–Ahí es muy profundo. Hay una falla… Y efectivamente, se le conoce como “La fosa de Acapulco”.
Entre los tres recordaron al huracán más devastador de toda la historia: “Tara”, categoría 5 en la escala “Safír-Simpson” con vientos superiores a los 350 kilómetros por hora. “Muelas” tenía 6 años cuando Nuxco se perdió y Tenexpa igual. La playa quedó repleta de huevos de tortuga. Eso comía la gente. No había más. Mi mama me dio una chinga porque me fui con unos amigos a sacar huevos.
Ellos viven de la venta del marisco. Llevan 50 años buceando y el mar es su vida. Los acompaña un silencio bajo el agua y el latido de su corazón en los oídos. “Kalimán” se fuma un cigarro y le invita al herrero Antonio Campos Almeida, que le acaba de hacer una varilla tipo arpón a él y al “Tiburón”.
Los tres se quedan platicando de la venta del día, de sus vivencias y de sus recuerdos. Yo disfruté de la campechana y de su plática amena, divertida y asombrosa, como su vida.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.