GLORIA Y DECESO DE LOS ROMANOV

“Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”. León Trotski.

Por Efraín Flores Maldonado

Nicolás Alejandro Romanov fue Zar de Rusia del 1 de noviembre de 1894 al 15 de marzo de 1917, en que fue derrocado mediante un movimiento revolucionario promovido por Bolcheviques y Mencheviques, dirigidos por Vladímir Ilich Uliánov mejor conocido como Lenin, Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (Stalin) y Lev Davídovich Bronstein (Trotsky), quienes en 1905 habían firmado un manifiesto proclamando la construcción de una revolución permanente. El Zar se había casado con una joven alemana cuyo nombre era Alejandra Fiódorovna, hija del Gran Duque Alemán de Hesse y de una princesa del Reino Unido y tuvieron 5 hijos, Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alekséi. Aunque nos parezca sorprendente, la Zarina tenía un doctorado en filosofía de la Universidad de Heidelberg; era poseedora de la mortal hemofilia y tenía especial desprecio por la gente humilde y miserable del país en que reinaba. La actuación política y social de los Romanov se trasformó significativamente cuando apareció en su corte, el famosísimo Grigory Esimovitch, conocido popularmente como Rasputín, cuyo verdadero nombre era Novij y el calificativo de Rasputín era un concepto derivado de la palabra Rasputny que significa libertino. El sujeto se revelaba como milagroso y prestidigitador, admirado por sus ideas sorprendentes; por las mujeres rusas por su gran potencialidad física y sexual. Victor Alexandrov, quien escribió un libro titulado “El fin de los Romanov” señala que, el Zar Ruso era patético en sus defectos personales y políticos; debilucho de nacimiento, dado a la intrascendente cotidianidad, gobernaba con mano dura y despreocupada, rodeándose naturalmente de colaboradores carentes de todo mérito y formación política y profesional. El autor destaca que “solo cuando tenía miedo y veía su reino en peligro, recurría a colaboradores de algún valor; ponía trampas a cualquier ministro que le hablara con franqueza; atacaba a sus adversarios en la obscuridad, era falso, enredador, frio, huidizo y le agradaba de manera extrema la adulación”. En los últimos años de su mandato, el Zar Alejandro II, permitió que la Zarina Alemana tomara parte activa en las decisiones más importantes del gobierno. El 30 de diciembre de 1916, Rasputín de 47 años de edad, es asesinado en una misteriosa cena en la que se le hizo beber con engaños, dos vasos de líquido conteniendo cianuro, sin mostrar efecto alguno; posteriormente recibió dos balazos y su cuerpo agonizante fue lanzado a un rio… la autopsia reveló que había fallecido ahogado. Dicha muerte ensombreció la vida de la corte rusa y se llegó a pensar que era el preludio del derrumbe de los Romanov. Triunfante el movimiento revolucionario, el Zar, esposa e hijos, fueron tomados presos y concentrados en la casa de un rico comerciante de apellido Ipatiev; posteriormente fueron trasladados a varias ciudades por el temor de que los parientes de la Zarina, gobernantes en Alemania y Reino Unido, trataran de rescatarlos. Finalmente son encarcelados en la ciudad de Ekaterimburgo, donde fueron masacrados el 17 de julio de 1918 y sus restos enterrados clandestinamente en un bosque cercano a un pequeño pueblo denominado Koptiaki. Muertos los Romanov, los revolucionarios rusos se enfrentan internamente; Lenin muere el 21 de enero de 1924; Trostky es expulsado del país y llega a México en noviembre de 1936 protegido por el presidente Lázaro Cárdenas y muere asesinado a los 60 años de edad el 21 de agosto de 1940; toma el poder José Stalin. Entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991, se independizan las 15 repúblicas de la URSS y queda solo la nación rusa, dejando atrás vestigios del Zarismo y de un comunismo que nunca alcanzó la cumbre material, social e ideológica programada. **Doctor en Ciencias de la Educación*